¿Cómo cuidar una platanera de interior?
Los plátanos son plantas que pueden superar los 3 metros de altura, tienen hojas largas y anchas de unos 2 x 1 metros, y que además crecen muy rápido cuando las temperaturas son altas.
¿Es una locura pensar en guardarlos en un pequeño florero de por vida?
Pues no, en absoluto. Estas plantas a diferencia de otras como el bambú, cuando se les acaba el espacio para crecer dejan de crecer, por esta razón es posible tener un banano en el interior.
Pero para eso, hay que saber cuidarlo.
¿Dónde ponerlo?
Es una planta que, cuando la compramos, puede medir desde 20 centímetros hasta 1 metro, pero necesita mucha luz para poder crecer, independientemente de su edad.
Además, si lo tuviéramos en el exterior, lo colocaríamos expuesto a la luz directa del sol, por lo que en casa lo colocaríamos en la habitación donde haya más luz de toda la casa.
Además, es recomendable colocarla cerca de la ventana y girar la maceta 180º todos los días para que el plátano se desarrolle con normalidad.
¿En qué maceta plantarlo?
Tienes que encontrar un jarrón que sea solo unas cuatro pulgadas más alto y más ancho que el que ya tienes.
Además, es muy importante que tenga agujeros en la base para que el agua que no haya absorbido la tierra pueda salir sin dificultad.
Esto logra dos cosas: continuar creciendo a un ritmo normal;
Disminuir el riesgo de pudrición de la raíz, algo que suele ocurrir al plantar en macetas demasiado grandes y/o sin agujeros en el fondo.
Como será en el interior, puedes poner un plato debajo del inodoro para no ensuciar el suelo al regar.
Pero para que las raíces no se dañen, debes escurrirla después de cada riego.
¿Y qué tierra pongo en ella?
El sustrato ideal para el banano es uno que sea ligero, capaz de absorber agua rápidamente, pero también de drenarla, y con nutrientes.
¿Cómo y cuándo regar el plátano de interior?
Cuando vemos imágenes de plataneros en su hábitat natural, vemos que están creciendo en suelos húmedos sin ser inundados.
De esta forma, puedes cometer el error de regar mucho y hacerlo todo el año.
Pero, ¿qué pasa si el suelo está húmedo con temperaturas de 15ºC o menos?
La planta no necesita tanta humedad ya que crece mucho más lento que en verano.
Por estar en interior, esta tierra tarda mucho más en secarse, por lo que las raíces pueden pudrirse, sin contar que estas condiciones favorecen la aparición de hongos.
Así que, para evitar problemas, regaremos cuando la tierra esté un poco seca, es decir, al sacar la maceta nos demos cuenta de que pesa poco.
Para estar seguro, debe pesarlo tan pronto como lo riegue y nuevamente después de unos días.
En general, el banano debe regarse cada 4-5 días en primavera, cada 2-3 días en verano y una vez a la semana en otoño e invierno.
Cuanto más tarde en llegar a la altura del techo, mejor, ya que es una planta que no se multiplica por esquejes, sino por semillas y brotes, dos cosas difíciles de producir en interior.
Así que, para que quede bien, recomendamos abonarla con abonos de liberación lenta como las barritas de abono, de esas que una vez clavadas duran hasta 3 meses.
Es una planta muy fácil de cuidar; sin embargo, en interior puede haber algún otro problema: Manchas en las hojas que aparecen de la noche a la mañana: se trata de quemaduras.
Debes quitarlo de esa ventana y colocarlo en otra donde los rayos del sol no lo atraviesen tan directamente.
Eso significa que siempre puede intentar hacer estas cosas en línea y luego volver a la realidad.
Plagas
Araña roja: es un ácaro pequeño, de menos de 0,5 centímetros de diámetro.
Por otro lado, se alimenta de la savia y cuando lo hace deja una mancha descolorida en la zona afectada.
Debes limpiar las hojas con agua y jabón y, si reaparece, usar acaricida.
Cochinillas: es una plaga común tanto en jardines como en interiores.
Parecen bolas de algodón que, en el caso de los plataneros de interior, suelen estar escondidas junto al tallo/falso tronco, en la parte superior de los tallos.
Por suerte, se eliminan fácilmente con un pequeño cepillo mojado en agua y alcohol.
Pulgones: los áfidos son muy pequeños, de aproximadamente 0,5 centímetros, y son de color negro, amarillo o verde. Se sustentan de la savia de tallos y hojas tiernas.
La mejor forma de acabar con ellos es aplicando un tratamiento antiáfidos.
Hojas amarillas: puede ser porque se está regando demasiado o, por el contrario, demasiado poco.
En el primer caso, las hojas que aparecerían amarillas serían las más viejas, mientras que en el segundo serían las más jóvenes.